La premisa que hoy (me) ha dado la patada ha sido la parálisis del sueño.
Una
situación que puede manifestarse mientras dormimos de aparente
despertar, pero mantenimiento del sueño, provocando una incapacidad de
reacción viendo como todo pasa por delante de nosotros.
Delante de nuestras narices, cual gilipollas, no podemos movernos.
Qué bien.
Esto aún es más divertido, cuando ves pasar día a día situaciones, también delante de tus narices y cual gilipollas
(por supuesto) te limitas a no hacer nada. A esperar que las cosas se
solucionen solas, o que un alma caritativa te las solucione.
Iluso. Ilusos.
Te limitas a esperar,
copa llena, copa vacía, copa llena, copa vacía, viendo pasar las horas,
viendo pasar los días, viendo pasar las semanas, viendo pasar las
caladas de ese cigarro que parece que tiembla entre los dedos de tu mano
izquierda tímidamente, consumiéndose por sí solo, porque ni te acuerdas
de que te lo acababas de encender.
Puedes
echarle la culpa a lo que quieras, a tu situación, a tu falta de
tiempo, a tu ineptitud, a tu colegueo, a tu vaguería, a tu reloj que
parece que se mueve hoy más lento que otros días, a tus cojones, o al
ego ese que tenías, del que te despediste hace tiempo al darte cuenta
que simplemente, estorbaba.
Nos
encanta quedarnos mirando a un punto fijo, las paredes se vuelven más
interesantes, los taburetes más redondos, y los días se te vuelven a ir
de las manos.
Nos encanta.
Lo odiamos.
No estamos en un sueño, no porque no podemos, no porque no hubiésemos podido, no porque no pudimos, sino porque no nos da la gana despertarnos. Y por supuesto, para despertarse, hay que soñar primero.
Buenos días por la mañana, que volveremos a vernos por la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario