lunes, 3 de diciembre de 2012

Entre líneas

Llanuras salvajes que no supimos domar, o nos limitamos a no querer hacerlo. Quisieron encontrarse sin preliminares con una furcia llamada realidad.
Estribados, sin quererlo (queriendo) y sin beberlo (bebiendo) nos estrellamos contra uno de los mejores muros con los que me he golpeado jamás.



La naturalidad debió erradicar el pseudopositivismo lejano que se convirtió en un día a día. Una terapia marcada por una comisura o las dos.

No se de que va todo esto, aunque sin saber es como mejor se van montando los legos. Saber corrompe, y si empiezas sabiendo, acabas por saber demasiado.
No tiene ninguna utilidad el compromiso de las letras si no se saben leer con los ojos certeros. Por poder, podéis intentarlo, pero tened cuidado, porque igual, al cerrar el telón no podéis volver a la insipidez que os venía caracterizando.

Inútiles hay muchos, pero pocos saben reconocer la inutilidad como necesaria para el auge de otros. Muchos de ellos intentarán cortar ese vinagre que se puso vino por nombre, pero nuestra simplicidad les corromperá ostentosamente mientras recorremos en nuestra cabeza las comisuras de las que os hablé antes.

Sabed también que nada son frases sueltas, las relaccionareis con vivencias que no tengo ni puta idea sobre que tratan, pero que supongo (más bien espero) que cierte relevancia las inunde. De nada sirve soñar si despierto puedes conseguirlo. El insomnio es para los valientes. Los cobardes se limitarán a pensar lo que entre la cama deshecha reze su subconsciente.

Me atrevería a decir que la famosa inutilidad, está disfrazada de cobardía vil y reducida al todo.

Seguid ladrando mientras os muerden si quereis acabar a cuatro patas delante de alguien que no debería, y no espereis ni un dólar por ello.
Insumisos, un mordisco en el cuello (de esos con lengua) paliará muchos de vuestros problemas. Joded y sed jodidos, pero cuando los ladridos sean aullidos, no se os ocurra levantaros de dónde estais.

Nadie sabe (y quien dice nadie igual quiere decir uno) cómo expresar lo que piensa. Nadie podrá involucrarse (ni lucrarse) tanto como eso que te ronda la puta cabeza, y que se niega a saltar al vacío. Porque eso, es lo mejor que se ha atrevido a rondar nunca.

Me rio por nada o no asimilo una risa certera. La risa no es nada si no suena cerca, si el eco no deja que resuene por  tus costillas. 

De tinta con pluma o sin ella va la cosa, con sus más que con sus menos, se mantiene y gana en sus trece (O 5 o 6 más)

martes, 23 de octubre de 2012

Custodia.

Amagos 

de poesía que no supieron teñir letras.

surgidos en la oscuridad del momento,

o porque se acabó calentando la copa.

Amagos

de fuerza que se escapaban entre un par de piernas,

que hubiesen provocado

un suspiro,

a tipos que no conocían nada más añadido a su desámino por naturaleza

Amagos

de reacciones que no fueron las esperadas,

pero que tampoco diferían

de lo que soléis llamar

"razón"

Amagos

de vida, que no cumplieron unas expectativas afianzadas,

ni un futuro.

Amagos que mandamos a tomar por culo,

eligiendo una buena carta,

una buena mano,

una partida, que no acaba.

miércoles, 25 de julio de 2012

Ralentí

Que difícil es escribir sin compañía de momentos adversos. Otras razones cubren el cupo de sensaciones y relatos, que pueden ser redactados sin más necesidad que un par de palabras, colocadas, dichas, dispuestas en el momento adecuado, en el lugar correcto. Precisión. Jodida y perfecta precisión.

Valientes se hacen llamar algunos, nombrados por la cobardía de sus propias apariencias.

Celdas abarcadas por cuatro paredes que se hacen llamar cuartos, luchan por pequeños percentiles, intentos baratos que probablemente caigan en el olvido, de lo que podría ser un mañana. O por qué no un hoy.

Vivir el momento ha sido una frase exprimida demasiado, y aunque el martes, haya pasado a miércoles, el 6 haya pasado al 7, y los 80 se hayan quedado ya atrás, nos daremos cuenta que el momento no es nada. No es absolutamente nada si no lo consideras gratamente como aquello que puede llegar a suponer algo que marque tu jodida vida insípida mirando a los azulejos del suelo con sus correspondientes rayas.

Escribes intercalando conversaciones, no tienes presiones, no tienes tampoco facilidad, pero vomitas formas amorfas que cuando lo lees a la mañana siguiente parece que tienen incluso algo de sentido.

Capacidades infames joder, noches no todo lo oscuras que debieran, pero que poco a poco se van sumiendo en la cera de las velas derretidas y consigues, por fin, ver delante de tus ojos vidriosos aquello que algún tarado llamó luna.

Otros hablarían de lucidez, lúcidas las llamaban en momentos no todo lo normales que podrían haber sido, y menos mal.

Por qué hablar de lucidez si puedes hablar de reflexiones, se oyo de fondo. Reflexiones sin más, paranoyas que dirán algunos, pero... que cojones, son nuestras paranoyas y qué bien quedan encima de un papel carajo.

Maullidos de fondo, o arañazos sin saber distinguirlos teñidos por recuerdos que consiguen cubrir el cupo que los mismos idiotas que se atrevieron a nombrar a la luna llamaron situaciones.

Parece que poco a poco esos excesos de testosterona van dando un enfoque a nuestras vidAs (con A), porque ¿qué somos si no somos lo que queremos ser?. Pues eso, yo quiero ser vida, pero con A mayúscula.
 
Y a la mierda el dadaísmo, esto en el fondo tiene sentido.
Stare vicino.

martes, 15 de mayo de 2012

¿Quién quieres ser?

- EH! Hijo de Puta! Dame mi bolso! - Gritó la señora con rulos en la cabeza mientras Él, se alejaba corriendo cual manifestante delante de los grises.
No fue difícil escaquearse, no fue la primera vez, ni sería la última, sabía perfectamente lo que hacía. No lo hacía por necesidad, tenía bastantes ahorros para pagarse su vida a plazos gracias a la herencia que le dejó su abuelo cuando palmó. Y qué herencia!.
Pero a él, le gustaba lo que hacía.

Perdonadme, no os lo he presentado. Él es un chaval de unos 18 años, y es reconocido por todos como un verdadero Hijo de Puta. Lo sabe, y no le molesta porque es la vida que ha elegido.  Como ya os he comentado antes, no lo hace por necesidad, lo hace porque se siente jodidamente bien hurtando.

La gente suele tener diversas aficiones o "hobbies" como lo llaman ahora. Sus compañeros de clase se pasan el día bebiendo alcohol repugnante con nombres que parecían sacados de la antigua Unión Soviética y calentándose las manos en los parques con un mechero (supongo que por el frío). Él no hacía nada de eso, no había probado una gota de nada que tuviese alcohol. Ni siquiera una buena cerveza, decía que eso a la larga te acababa volviendo imbécil, y que él necesitaba plenas facultades para poder seguir haciendo lo que le gustaba.

Le encantaba robar, pero sin ninguna mierda que pinchase, lo hacía suavemente, con cariño, pero claro, a veces salía mal y tocaba desgastar suela.
Robaba en la calle, en supermercados, en tiendas de ropa, incluso un día se llevó un "Luis Butrón" (como él los llamaba) de una tienda que supuraba insensatez y pijería de la calle Serrano.

Prefería sisar en superficies, y no a personas, pero si se daba la ocasión, ni lo dudaba.

Él no lo entendía, sus amigos poniéndose hasta el culo y desgastándose poco a poco entre vallas de colores, incluso comúnmente rompiendo aquello que las "autoridades" solían llamar mobiliario urbano y el Hijo de Puta era Él.

Le fue bien durante muchos años, tal vez no tantos, pero a Él le parecieron suficientes; hasta que un día robó a alguien que no debería haber robado. Decidió limpiar al hijo de un gerifalte de su barrio. Era concejal de nosequé, o asesor de nosequién, o nosequé porquería de algún ministerio. Da igual, el caso es que este señor era más corrupto que algunos policías del DF.

Cogido por un ladrón pensó. Qué ironía.

Resultó que el hijo del pez gordo no tenía más en la cartera que un billete de 20, y una bolsita transparente de algo con lo que sus amigos aliñaban el tabaco mientras se calentaban las manos en el parque.

20 euros - pensó- , eso no es nada.
 

Y efectivamente, no era nada, pero se llevo una buena paliza en comisaría por los amiguitos del gerifalte sudoroso.

Cuando le levantaron del suelo, y pudo abrir el ojo que no se encontraba debajo de la ceja que le acababan de partir de una patada, llegó a la conclusión de que era un Hijo de Puta. Pero era el mejor Hijo de Puta que había habido nunca.

lunes, 30 de abril de 2012

Y de repente, dijo Hola.

El no tener tiempo para escribir es algo que me revienta, pero ahora que parece que la soga se ha soltado un poco y nos deja respirar, allá vamos.

Esta noche me he estado planteando qué utilizamos cuando nos despedimos de alguien. Estamos en su casa, y decidimos que los cuadros empiezan a moverse demasiado, seguido de  un sueño que te corroe lenta, pero implacablemente y decides que ha llegado el momento de irte a tu guarida.

No entiendo, ni entenderé a la gente que dice adiós.
- ¿Adiós? ¿Pero tú sabes lo que mierda significa eso?

Puedes decir adiós a la mala vida, adiós a la cárcel, adiós a cualquier cosa que no consideres necesaria. Pero no digas adiós para despedirte.

Yo soy y seré un fiel partidario del "Hasta luego", o incluso de un sutil pero eficiente "Ciao Bella" por mi inocente y desconocido amor a Italia del cual no tengo ni idea de dónde ha aparecido. Quizá los verdaderos gangsters, quizá la simple pero bella Toscana, o por qué no, quizá las italianas (Pero de eso hablaremos otro día).

La importancia de las palabras damas y caballeros.

Un "Hasta Luego" es un pequeño compromiso, un pequeño contrato, de que dentro de poco vas a tener cerca (más o menos, a gusto de los consumidores) el jeto de nuestra "Annie Hall" o vuestro "Woody". Matices importantes, que como siempre, afianzan mi posición (que a muchos les parecerá insulsa) de la importancia de los detalles.

Tened cuidado con el Adiós, porque puede ser una bala de punta hueca.

Yo personalmente no he tenido los cojones de decir nunca un "Adiós". Me parece de ser o alguien con toda la razón del mundo, o un verdadero imbécil, y todavía no he llegado a ese grado de imbecilidad.

¿Y vosotros, tenéis toda la razón del mundo?
De acuerdo, nos vemos en un rato.

martes, 3 de abril de 2012

Sinceramente.

Ella, era una tipa sincera. No destacaba por su inteligencia, pero le gustaba andar con la verdad por delante. Quedaban pocas como ella, y menos viviendo en esa pensión de 8 euros la noche, que  tenía grietas en las que se podía perfectamente meter un puño.

Gracias a su gran amistad (entablada a base de anécdotas de las que nunca querrían volver a hablar), la "Jefa", como ella llamaba a la dueña del tugurio, le había ofrecido una de las mejores habitaciones. Entendamos mejores, como la mejor mierda de dentro del cubo de la basura.

Trabajaba de lo que podía, aquí y allá, más allá que aquí, y más o menos vivía (o eso decía), vendiendo sus obras por la calle. Unas obras excelentes, que cualquier literato de estos con barba, habría calificado como un exquisito rollo de papel higiénico.

La alta alcurnia de la sociedad podría clasificar las obras como plena ficción, pero ella sabía que no. No se trataba de ficción, se trataba de cómo se intenta llenar una vida vacía. Hablaban de cómo había entablado relación con mejores y peores, con jerifaltes y jerifaltas, con camellos y putas, con maderos y matones, pero sobre todo, con mentirosos.

Las mentiras inundaban las calles, y eran respondidas con una sonrisa de oreja a oreja, en la que se veían a veces mas dientes, a veces menos...

Mentiras que inundaban los sentimientos, los pensamientos, que nos inundaban a todos. Corrían por cualquier lado, y aquí no se libraban ni siquiera la flor y nata de la sociedad.

Ella se consideraba humilde, y sincera.  Probablemente por ello se viese aplacada por estas condiciones de vida, que podría calificarlas de inhumanas cualquier especialista del ámbito de la sanidad. Pero eran sus condiciones.

La verdad le había hecho crecer como persona, conocer todo lo que se puede conocer, pero por decir las cosas tal y como son, únicamente había recibido insultos y alguna que otra bofetada.
"No les gusta saber quiénes son" decía ella. Y tenía toda la razón. Preferían vivir en su pulcra e impoluta sociedad de hipócritas, a que cayesen una detrás de otra cual motas de polvo verdades, de esas que duelen más que cualquier bofetada de las que podría haber recibido.

Ella viajaba mucho, pero nunca demasiado, solo lo suficiente. Necesitaba saborear verdades nuevas. Dominaba perfectamente el Italiano, le encantaba, a diferencia de los italianos, a quienes aborrecía incluso más que la comida de la pensión donde ahora había depositado su culo.

Una pena que se fuese. Una pena que no volviese a saber más de ella.

Ahora simplemente nos quedan las conversaciones con la "Jefa" a las tantas de la mañana con ese mejunje que ella juraba y perjuraba que era whiskey bueno.
 
Por supuesto, mentía.

sábado, 24 de marzo de 2012

Sueño lúcido

La premisa que hoy (me) ha dado la patada ha sido la parálisis del sueño.

Una situación que puede manifestarse mientras dormimos de aparente despertar, pero mantenimiento del sueño, provocando una incapacidad de reacción viendo como todo pasa por delante de nosotros.
Delante de nuestras narices, cual gilipollas, no podemos movernos.

Qué bien.

Esto aún es más divertido, cuando ves pasar día a día situaciones, también delante de tus narices y cual gilipollas (por supuesto) te limitas a no hacer nada. A esperar que las cosas se solucionen solas, o que un alma caritativa te las solucione.

Iluso. Ilusos.

Te limitas a esperar, copa llena, copa vacía, copa llena, copa vacía, viendo pasar las horas, viendo pasar los días, viendo pasar las semanas, viendo pasar las caladas de ese cigarro que parece que tiembla entre los dedos de tu mano izquierda tímidamente, consumiéndose por sí solo, porque ni te acuerdas de que te lo acababas de encender.

Puedes echarle la culpa a lo que quieras, a tu situación, a tu falta de tiempo, a tu ineptitud, a tu colegueo, a tu vaguería, a tu reloj que parece que se mueve hoy más lento que otros días, a tus cojones, o al ego ese que tenías, del que te despediste hace tiempo al darte cuenta que simplemente, estorbaba.

Nos encanta quedarnos mirando a un punto fijo, las paredes se vuelven más interesantes, los taburetes más redondos, y los días se te vuelven a ir de las manos.
 
Nos encanta.
Lo odiamos.

No estamos en un sueño, no porque no podemos, no porque no hubiésemos podido, no porque no pudimos, sino porque no nos da la gana despertarnos. Y por supuesto, para despertarse, hay que soñar primero.    

Buenos días por la mañana, que volveremos a vernos por la noche.

martes, 20 de marzo de 2012

Dependiente independencia

Suelo escribir a horas intempestivas, horas en las que ya parece que están recogiendo las calles, y que está durmiendo hasta el más enfarlopado, pero hoy me he adelantado un poco.

Pues aquí estoy con un Earl Grey  a las tantas (no tantas como uno quisiera), viendo como bobo cómo se fusionaban los colores que iban saliendo del huevo al agua. Cómo, con espirales que se trataban de bailarín y bailarina paseando armados con un par de buenas copas en LA calle Corrientes de Buenos Aires, empezaban a jugar entre ellos.

Y todo esto para hablar de la importancia de la dependiente indepencia. A priori, algo independiente no está ligado para nada con lo dependiente. Pero a ciencia cierta, depende totalmente de ello.

¿Qué sería de la independencia sin la dependencia?

Gracias a los buenos, hay malos. Gracias a los feos, hay guapos. Y gracias a la independencia, creamos esa dependencia necesaria que tarde o temprano nos rodea.

Ilusos los que se creen independientes porque solo ocultarán su dependencia.
Ilusos los que se creen dependientes porque solo manifestarán independencia.

Como todo, consigamos un punto medio, un punto medio para que la independencia nos haga dependientes, y la dependencia independientes. Un punto medio en el que poder jugar como los dos bailarines de antes.

Un juego en el que uno mismo pone, y luego quita. Un juego, en el que cuando te lo roban, te das cuenta de lo que antes tenías, y deseas volver a recuperarlo, para volver a olvidar, volver a olvidar que se te había ido de las manos, o que sin más, lo tiraste.

Un juego al fin y al cabo egoísta, pero, ¿qué es el egoísmo sino dependencia?

Seamos dependientes, para ser independientes.
Seamos independientes, para disfrutar la dependencia.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Pause, digo Play

Recuerdo que cuando tenía un reproductor VHS en casa, la película que mas ví a lo largo de mis orondas tardes de infancia fue Dumbo. Recuerdo también, que la parte que más me llamaba la atención eran los elefantes rosas. Iluso de mi.
Siempre, cuando apretaba ese botón con las dos rayas || se paraba la película como por arte de magia.

Siempre oía una voz que decía, no dejes la película mucho tiempo en "pause", o se acabará cascando. Nunca se jodió. Nunca se jodió, porque siempre que volvía alguien le había dado a "stop", o a "play".

Y eso camaradas, eso nos pasa continuamente en nuestro día a día.
Situaciones explícitas, en las que nos encontramos en un pleno "Standby" o como el mando decía: "Pause". Y como la cinta de video, nuestras vidas, con elefantes rosas o sin ellos, van corriendo poco a poco.

Situaciones, en las que alguien pulsa tu "Pause" personal y necesitas o bien avanzar, o bien apagar la película. La ausencia prolongada al final provoca que la cinta, se vaya a paseo.
Con el "Play", avanza, pero no sabes ni cuánto ni cómo. Y el "Stop" es la opción de mierda que nadie debería elegir.

Os animo con total libertad, a que en temporadas de estancamiento, no esperéis a que algún inútil pulse el stop. No esperéis a que un inútil pulse el Play. Pulsadlo vosotros, y tomad la decisión correcta.
En cuanto a cuál es la correcta, ¿Que preferís? ¿Lo fácil o lo divertido?
 
Nadie dijo que vuestra película fuese a ser fácil.
 
Pause, digo Play.

domingo, 4 de marzo de 2012

Adicciones

¿Sabéis qué? Todos somos unos adictos. Necesitamos nuestras adicciones, y propiamente, son ellas las que nos mantienen vivos.
Y diréis, Eh! Yo no soy un yonkie!, pero sí, lo eres. Lo eres, y te gusta serlo. Porque sin tus adicciones no serías nada.

En cuanto oímos la palabra adicción, la relacionamos rápida, pero no eficazmente con drogas, con una dependencia a un par de gramos, y eso si que es una adicción de mierda. Por ello, me gustaría que no relacionásemos las adiciones con 4 polvitos blancos (con polvos si queréis, si).
Me gustaría cambiar totalmente el sentido a la palabra.

No se trata de evitar las adicciones, se trata de seleccionarlas.  Engánchate a algo, engánchate a alguien, y disfruta de ello. Hagámonos adictos a las sonrisas, para cada día que te regalen una notes esa sensación que haga quitarte el mono.  Hagámonos adictos a las miradas, esas miradas penetrantes que siempre dicen más que las propias palabras. Hagámonos adictos de los besos joder. Eso son adicciones.  Consigue que nos hagámos adictos de ti.

Recordad, que es muy fácil entrar, pero muy difícil salir, a si que aprendamos a disfrutar de ello.
¿Yo? ¿Que yo a que soy adicto?
Como diría el gran Sabina, "A las curvas peligrosas."

Peligrosa adicción amigos, pero si queréis probarla, la puerta está abierta.

sábado, 3 de marzo de 2012

Comienzo

Supongo que todo tiene un principio, pero no siempre tiene un final.
Que empiece el baile.