de
poesía que no supieron teñir letras.
surgidos en la oscuridad del momento,
o
porque se acabó calentando la copa.
Amagos
de
fuerza que se escapaban entre un par de piernas,
que hubiesen
provocado
un
suspiro,
a tipos
que no conocían nada más añadido a su desámino por naturaleza
Amagos
de
reacciones que no fueron las esperadas,
pero
que tampoco diferían
de lo
que soléis llamar
"razón"
Amagos
de
vida, que no cumplieron unas expectativas afianzadas,
ni un
futuro.
Amagos
que mandamos a tomar por culo,
eligiendo
una buena carta,
una
buena mano,
una
partida, que no acaba.