Inmiscuirme,
en mis
ideas (más que pensamientos) sería cavar un pozo sin fondo,
en los
tuyos sería encontrar la panacea a los problemas.
Dejamos
de pensar en números , por aquella
importancia que tomaron las letras.
Diseminamos
individualismos que no echaron raíces,
tiramos
esa bola entre el rojo y el negro apostando por la opción más difícil
Nos
aferramos a aquello que más interesaba sin saber cómo quererlo,
englobamos
en pequeños pasajes de espacio y de tiempo lo que consideramos relevante,
para
acabar enredados.
Sin
cuerda.
Ese
nudo invisible,
parecido,
a uno de corbata al volver,
cuando
el sol te amenaza por el horizonte.
Sabiendo
leer en alto, escribir parece la opción más valiente,
pudiendo
destacar el "la", o algunas letras anteriores.
El
rodeo incesante de las palabras sigue siendo ese juego,
que
para algunos no cobrará ningún tipo de significado
porque
están vacíos por dentro.
Mientras,
unos
pocos,
cada
vez procuramos ahogarnos más, hasta notar esa presión en el pecho,
influida
tal vez por el humo,
o por
no apretar el puño más de la cuenta cuando en el fondo,
estás
deseando hacerlo.
Lo
importante no es apostar,
sino
saber quién te está apuntando.